Acerca de los comentarios, el respeto y -lamentablemente- la moderación

Si hay algo de lo que me enorgullezco abiertamente es de ser, y haber sido siempre, respetuoso con los demás. Pueden existir diferencias más o menos importantes, puede ser que alguien no me agrade o que yo no le agrade a alguien, pero la descalificación no tiene cabida. Tal vez porque me enseñaron así desde chico, tal vez porque pocas cosas hacen que uno se sienta mejor que cuando es respetado sinceramente.

En este blog he publicado todo tipo de artículos: propios, ajenos (siempre citando la fuente original), buenos, mediocres, malos, originales, trillados, festejados, ignorados, pero todos y cada uno de ellos han ido contribuyendo a la formación de la imagen de este espacio y su crecimiento.

Lo mismo, prácticamente, ocurrió con los comentarios. He recibido comentarios halagadores, otros que me señalaban algún error que, después de verificar, he corregido, los hubo de aquellos que me llevaron a ampliar alguna entrada, y también hubo comentarios de tipo descalificador. Frente a esos, que además son anónimos (una casualidad, eh), me he permitido ser irónico en algún caso, aunque intentando no ser ofensivo, sino buscando marcar la paradoja de agredir sin poner la cara.

Hoy encontré mi límite. De vez en cuando, cuando dispongo de algo de tiempo, me gusta revisar la administración de entradas en busca de algún comentario nuevo que no haya visto antes y que, como ha ocurrido en alguna ocasión, dispara una entrada nueva, o sirve para darle una mano a alguien que busca un libro, que necesita ampliar la información de la entrada, etc. Les decía, entonces, que estaba en eso cuando encontré un comentario de lo más soez en la entrada de marzo sobre colonización griega, está el enlace, pero el comentario lo tuve que suprimir.

No es que unas malas palabras espanten mi moral, la verdad es que nunca pasé por eso, no es que alguien puede enseñarme alguna guarrada que no sepa o haya escuchado antes; es que no hay un mínimo de delicadeza, de respeto por mí y por los demás lectores, que son tan importantes como todos los demás, los que comentan y los que no, los que les gusta lo que se escribe en este espacio y los que no. Eso fue lo que faltó: un mínimo de consideración por el otro.

Habida cuenta de esto, como no es la primera vez y ya lo había pensado antes, y como Blogger ofrece varias posibilidades antes de llegar a la supresión de comentarios, o de directamente impedir que se realicen, a partir de hoy, se aplicará la modalidad de moderación. Me pesa, porque sé que entre los lectores de este espacio que hacen comentarios anónimos hay gente seria, buena, que aporta desde la convicción de construir algo lindo y positivo; pero me pesa más porque siempre quise que se percibiera este proyecto como uno puede expresar en total ibertad lo que piensa.

Espero me entiendan; nada va a cambiar en el blog, excepto este detalle, aunque no es menor. Les dejo a tod@s mis mejores saludos.