El trabajo en la Edad Media - Parte III

Los distintos oficios
Los pastores cría de animales y recolección en el bosque
Como anticipamos, es muy importante el papel del bosque en la economía medieval, porque el bosque provee de madera para las vigas de las casas, hacer las herramientas, los toneles, recipientes y utensilios de cocina, apuntalar las viñas, las ruedas de los carros, etc. También los carboneros sacan provecho del bosque, quemando las ramas caídas y obteniendo de él el carbón de madera, muy útil para los trabajos de herrería o vidrio.

Los campesinos buscan madera para calentarse, corteza de roble para curtir las pieles y también recogen todo tipo de frutos salvajes como manzanas, panales de miel y enjambres.
Principalmente, el bosque es una reserva inagotable de animales de caza y de ganado. La caza ocupa un lugar primordial en la vida cotidiana de todos. Para el pueblo de la campaña, la caza es una industria de todos los días, es la búsqueda de carne fresca, en ese momento tan escasa, de pelajes o pieles finas, también es lugar de pastura más apropiado aunque, muchas veces estos lugares son disputados y sometidos a reglas precisas. Por ejemplo, las encuestas ordenadas a fines del siglo XI por Guillermo “el Conquistador” en el famoso Domesday Book dan el número exactos de cerdos que puede alimentar cada bosque.

A pesar de ser tan rico en frutos variados y tan indispensables para los pobres –o seguramente a causa de ello-, en algunos sitios el bosque es tomado como un dominio reservado, sometido a estrictas costumbres.

Jardineros y arboricultores
La jardinería no es en Occidente un simple complemento de trabajo de los campos, sino una labor esencial. El arte de los jardines, requiere una perfecta habilidad en el dominio de las técnicas, de la preparación de los suelos y abonos, elección de terrenos, de la lucha contra los insectos, de la selección de plantas y sobre todo, del injerto, que era una practica muy compleja.
Hay muchos manuales de agricultura árabes que hablan de las diferentes maneras de cuidar los árboles frutales, olivos, viñas, campitos de algodón; son colecciones de consejos para los campesinos. Hay dos tipos de jardines.

  • Jardines irrigados: Los musulmanes fueron los primeros en retomar los trabajos de irrigación de los persas y de los romanos, esas mismas técnicas fueron utilizadas en los países cristianos de la Europa meridional. En los llanos y valles de Roussillon, el tribunal de prebostes, de los jardines regulaba el reparto de agua. En la huerta de Génova, construida íntegramente sobre los depósitos del río Bisagno, los colonos que provenían de los poblados de la montaña trabajaban en minúsculos cuadrados de tierra, separados por estrechos rebordes, escalonados sobre las pendientes, la gente de la huerta llevaba a los mercados de verdura de la ciudad mas próxima sus frutas y verduras cultivados a lo largo del año.
  • Jardines no irrigados: Eran jardines cerrados, considerados un lujo en la sociedad feudal, eran cuidadosamente construidos, ornamentados con aguas vivas, árboles injertados y flores raras, con animales exóticos como pavos reales. Eran un lujo oriental traído por los caballeros de las Cruzadas.

La otra parte de la sociedad, los paisanos más pobres no tienen ningún campo donde cultivar, solo un pequeño cuadrado de tierra, del cual recogen las verduras, algo de trigo, y a veces lino. Todas las aldeas de Occidente viven de sus prestaciones como obreros agrícolas en las tierras de otro, de una o dos bestias que le son confiadas al rebaño comunal, de los derechos de uso del bosque, pero sobre todo del pequeño jardín cercado, viven sometidos a las exigencias del señor. Para este trabajo, considerado de pobre, utilizan la pala y la azada, los fertilizantes son abono humano y animal, en muchas aldeas de Italia, los estatutos dicen cuál debe ser la dimensión de los jardines de verdura, y cada habitante esta obligado a plantar una cierta cantidad de puerros, cebollas, ajos y cebollines.

El abono
No hace falta, en este ámbito, hacer hincapié sobre las propiedades que el abono tiene sobre la tierra a la hora de enriquecer el suelo para favorecer el cultivo. Para los hombres de la Edad Media era muy importante la correcta utilización de este recurso:

Hijos, cuidad vuestro abono y aumentadlo mezclándolo con buena tierra. Y, quincenalmente, mezclad el estiércol de vuestro redil con tierra gredosa, si queréis, o con tierra buena de limpiar las zanjas… Poned en suelo arenoso el estiércol mezclado con la tierra, pues el verano es cálido, el estiércol también, y lo mismo la arena, y al juntarse los tres calores, la gran temperatura marchita los trigos después de San Juan –y, principalmente, la cebada, que crece en tierra arenosa- y, al anochecer, la tierra mezclada con el estiércol refresca el suelo arenoso formando un rocío que es beneficioso para el trigo. (…) .

La vid
El trabajo relacionado con el cultivo de la vid, contrariamente, fue tarea de ricos. Hubo una gran dispersión de viñedos en la Edad Media, en toda Europa occidental, incluso en Inglaterra, las llanuras de Alemania y Escandinavia.

Los grandes viñedos muchas veces ocupan tierras poco favorables, con climas bastante difíciles. Para explicar la necesidad de producción en todas partes, se menciona la dificultad de transportar los vinos, por el estado de las rutas, porque los toneles en que se conservan están resquebrajados, y por la necesidad de las comunidades religiosas que lo utilizan para la celebración de los oficios, aunque existen otros argumentos mas sólidos, hasta el siglo XIII la gente de Occidente prefería los vinos claros y mas ácidos, como los que provenían de Paris, antes que los de Oriente, esto provoca un gran auge de los viñedos que atrae la atención de los mercados urbanos. De ahí que el cultivo de la vid se ha desarrollado en función de los mercados próximos: ciudad, corte episcopal, y de los ríos, las vías de comunicación que otorgaban mayores facilidades. Por lo general, los productores buscaban hacer pie en los mercados parisinos, y hacia allí enviaban su producción por el río más cercano, ya que la venta del producto en esa ciudad les daba buenas ganancias.

La vid requería -para producir buenos vinos, apreciados y vendidos fuera del dominio- cuidados muy constantes y exhaustivos que sólo la vigilancia principesca o monástica podía exigir, dada la posibilidad de contar con trabajadores especializados en la tarea. Sin duda este trabajo lo hacían los campesinos, que eran controlados por los señores y los comerciantes.

Cuando un señor o dominio quería entrar en el negocio del cultivo de la vid, debía estudiar las cualidades del suelo, elegir la manera más adecuada de plantar, sobre todo si se trataba de injertos, los cuales requerían una técnica muy refinada e infinitas precauciones. La poda se hacía entre los meses de febrero y marzo en las tierras frías, para no dejar que las heladas arruinen las plantaciones. Los campos de vid son generalmente cerrados y protegidos de los rebaños.
El cultivo de la vid provoca el individualismo del campesino, ya que el patrón les entrega a los hombres encargados de controlar el viñedo condiciones económicas y jurídicas más favorables que a otros.