El trabajo en la Edad Media - Parte VI

La (re)aparición del mundo urbano y su oposición con el mundo rural.

A partir de la repoblación de ciudades comienza una “competencia” entre lo urbano y lo rural y, al mismo tiempo, lo urbano compite contra una organización feudal de la economía.

La observación detenida de ambos nos ayudará a detectar diferencias y contrastes entre ellos. En el mundo urbano se puede observar la evolución de de las técnicas comerciales, financieras o bancarias, una política para disminuir los gastos de transportes, y la distribución del trabajo en las industrias esenciales de la lana y la seda, esto nos muestra una organización económica diferente. Hay, marcadamente, una mentalidad capitalista.

Sin embargo, este auge comercial no es general: algunas ciudades, aún en el siglo XIV, mantienen una estructura económica y social más arcaica.

El auge de la industria urbana
La ciudad en Occidente fue desde sus comienzos comercial. Las más grandes, hacia los siglos X y XI, fueron puertos marítimos activos o cruces de rutas, todos enriquecidos por el tránsito de productos lejanos y preciosos.

Las ciudades de Italia que deben su fortuna al mar son Venecia, Amalfi, Pisa y Génova, la única industria para ellas es el comercio y las actividades vinculadas a él. Habida cuenta de los peligros del comercio, y al igual que en industrias como las de astilleros, velas y armas, las empresas comerciales iban armadas ante la posibilidad de un asalto pirata.

Existen otros tipos de trabajo, pero son muy limitados: la preparación de mercadería alimenticia, algunas industrias de lujo como el trabajo del oro y la plata, el de las joyas de coral (muy apreciadas en Oriente), y también utilizadas como monedas de cambio para los negocios. Sin embargo, estas labores no generan gran cantidad de mano de obra, ni significan para los trabajadores un ingreso relevante. El movimiento de dinero que este tipo de especialistas generaban, para Heers, no los tiene como beneficiarios .

Frente a las ciudades marítimas y comercialmente importantes, las ciudades del interior deben sus fortunas al trabajo de la lana y los paños, que se exportarían más adelante a mercados más lejanos. En Italia: Florencia, Milán y el grupo de ciudades lombardas; en Flandes: Gand, Ypres y Brujas.

Aquí, la industria ha precedido al gran comercio por diferentes factores positivos, a saber:
  • La cría de ovejas en los alrededores inmediatos, como los rebaños del Apenino toscano, o de los pantanos desecados del litoral flamenco.
  • Por el cultivo de plantas tintóreas, azafrán, fundamentales para los paños de lujo.
  • Gran cantidad de personas disponibles para el trabajo de la tierra. Mucha mano de obra imposibilitada de trabajar en terrenos difíciles como los pantanos de Flandes emigra hacia Alemania. Los que permanecen en esas zonas se dedican al trabajo textil.

A partir del siglo XIII, esta industria rica y especializada no es exclusividad de algunos centros privilegiados, con el tiempo gana otras regiones y otras ciudades, en tanto la clientela burguesa provoca una revolución en moda y gustos, crea industrias nuevas. Trae si es necesario obreros extranjeros y acuerda con ellos privilegios. El éxito de la industria depende de los gustos y necesidades de los ciudadanos, con el tiempo la industria textil se va especializando y refinando cada vez más.

La industria del cuero es predominante en Pisa, los peleteros abandonan la técnica oriental del curtido con agua fría, ya que se trata de un procedimiento muy lento y costoso, requiere baños de mirto, y utilizan mordientes mucho más rápidos y baratos, que dan cueros menos flexibles. Fabrican corazas, yelmos y sobre todo vestimentas.

A mediados del siglo XII, en todas las ciudades de Occidente, los oficios de cuero ocupan uno de los primeros lugares, aunque es una industria más primaria que la de los paños, más vinculada al mundo rural y a la economía de recolección que lo caracteriza. En algunas ciudades el predominio del cuero se extiende hasta casi los finales de la Edad Media.

En Pisa y las grandes ciudades, las necesidades y la moda van evolucionando, para las armaduras comienzan a utilizar las placas o mallas de hierro, para los vestidos los burgueses piden pieles, con el tiempo la ropa de cuero empieza a verse ridícula y de mal gusto. Por esto Pisa está interesada en trabajar la industria del paño que tan bien funciona en Florencia, en 1226 los paños de Pisa son vendidos con éxito en el sur de Italia.

Esta misma evolución se ve en las ciudades de Toscana, excepto en Florencia, donde se impuso mas fuerte la industria de la lana, las pieles que en un principio eran tan apreciadas y finas en el siglo XIII, no sirven más que para las vestimentas de los pobres y religiosos, los burgueses se vuelven cada vez más exigentes en cuanto a calidad. El auge del trabajo de la lana se da a finales del siglo XIII.

San Gimignano es, en principio, una ciudad dedicada al trabajo del cuero, pero luego desarrolla una industria de la lana.

Según Heers, “la promoción de la lana no es la ultima revolución impuesta por el gusto de los burgueses” , si bien adornaban sus vestimentas con pieles finas, también buscaban producir localmente los tejidos de gran lujo como los que provenían de Oriente. La nueva industria de la seda transforma completamente la economía de algunas ciudades italianas. Importada del Levante por Sicilia, es considerada una producción de lujo, que exige una gran habilidad de parte de los tejedores y tintoreros, utiliza máquinas muy perfeccionadas, y sólo es teñida con colorantes muy caros, incluso a menudo se podía encontrar en la trama de la seda hilos de oro y plata. Muy rápido esta nueva industria conquistó los mercados de Occidente. La ciudad italiana de Lucca se especializó en la fabricación de géneros muy suntuosos, también Florencia, Génova y Venecia.