El trabajo en la Edad Media - Parte VII

Las técnicas de la industria textil
La lana y los tejidos
Podemos conocer bastante de la preparación y el tejido de la lana gracias a los reglamentos de las corporaciones de oficios o de las ciudades. Lo más llamativo es la especialización de los obreros, desde la llegada de lana en su estado más bruto, hasta la venta de los paños teñidos hay una cantidad de trabajadores, de condiciones muy distintas y cada uno con un instrumental particular.

Estas divisiones del trabajo son características fundamentales de la industria textil medieval, y nos dejan ver muy claramente las relaciones económicas y las jerarquías sociales en el interior de la ciudad. Son también las que garantizan la calidad de la mercadería, ya que los pasos de la producción son vigilados por inspectores.

De acuerdo con Heers “este tipo de organización es muy diferente a la industria rural, donde son los campesinos quienes se encargan de todas las tareas, ayudados a veces por algún familiar” .

Lo primero que se hace en la ciudad es entresacar las buenas lanas y desechar las malas fibras. Es una de las más importantes tareas, ya que de ésta dependerá luego el valor del paño y su resistencia.

Para los buenos tejidos se utiliza lana de vellón o lana viva, que obtienen cada año de la esquila de los animales. Esta tarea está a cargo de mujeres, las clasificadoras (élisseresses) desenredan y seleccionan las fibras a mano, luego cortan los nudos y descartan los desechos.

En segundo lugar, las lanas -que ya se encuentran repartidas en varios lotes según su calidad- son enviadas a los tundidores, que las extienden sobre unos enrejados y las golpean con varillas de madera. Debajo de estos enrejados caen las impurezas, piedras o fibras que aun se encuentran anudadas.

En tercer lugar, los copos de lana son peinados, este trabajo también lo realizan las mujeres, los dientes del peine son calentados de vez en cuando con fuego, para desenredar y alargar las fibras en madejas de distintos largos, es un trabajo bastante largo y pesado para una mujer, pero es indispensable su paciencia para lograr las tramas de mejor calidad. Para los hilos de trama de los géneros mas corrientes ese peinado es reemplazado por el cardado, que es una operación mecánica y más rápida, pero la técnica del cardado estuvo prohibida hasta finales de la Edad Media, para ciertos géneros.

Las cardadoras extendían los copos de lana sobre una superficie montada sobre unos caballetes o sobre sus piernas, y los desenredaban con pequeños dientes de hierro, las madejas resultaban más cortas, porque con frecuencia el hilo se rompía.

Luego de estas primeras clasificaciones de la lana empieza el lavado. Las lanas brutas, con olor al sudor del animal, son sumergidas en baños de agua caliente y fría. Cuando ya se encuentran limpias y secas son difíciles de hilar, porque pierden flexibilidad en el lavado, para ablandarlas engrasan los hilos con productos de excelente calidad, esta tarea es conocida como técnica de la “pañería grasa”. En Flandes utilizaban manteca.

Después de todos estos procesos llega el turno de las hilanderas, quienes se encargan de hacer de la lana largos hilos continuos. Para esto utilizan torcedores de madera pulida muy cortos o de ruedas de madera liviana como la caña con una pequeña traba de plomo, con una mano tiran de las fibras y las aprietan entre dos dedos; con la otra la van enroscando a la rueda. Otras obreras en Flandes devanaban los hilos y los preparaban en ovillos de medida y peso definido.

Hacia fines del siglo XIII aparece el torno de hilar, esta herramienta mecánica le permite a la hilandera hacer girar los torcedores con la ayuda de un pedal que acciona una rueda y utiliza sus manos solo para retorcer los hilos. Pero al igual que el cardado esta técnica es condicionada por toda clase de reglamentos municipales. A principios del siglo XIV se impone en Inglaterra y luego en Italia.

El tejido es la principal operación del trabajo de los paños, por eso es confiada a ciertos hombres especializados que son beneficiados en la jerarquía laboral con distintas consideraciones y fortunas. Es un trabajo delicado y complejo, el único que exige instrumental perfeccionado.

Para tejer una pieza de paño primero hay preparar una cadena, conjunto de hilos paralelos, muy apretados y consistentes, y debe ser del mismo largo que la futura pieza de paño. La preparación de esta cadena se llama urdimbre, y generalmente se le confía a algún pariente o aprendiz instalado en el fondo del taller y a unas obreras especializadas, las urdidoras. Los paños anchos son los más delicados para tejer y para estos se utilizan las mejores lanas, las más resistentes, los paños angostos son de calidad inferior.

El telar de tejer es horizontal, el obrero está sentado, y tiene delante de sí un eje de madera que abarca todo el ancho del telar, el enjulio, que es donde se enrolla la pieza a medida que va siendo tejida. Lejos del tejedor, está el eje de tejer, donde son enrollados los hilos de cadena, primero son tendidos entre los dos ejes, y son bien alineados y muy apretados, para que sean mas flexibles se los pasaba por aceite o grasa de arenque.

En los telares más anchos trabajan dos obreros, una vez finalizado, el tejido es supervisado por un inspector, si el tejido se encuentra en condiciones se envía al último proceso, el lavado. Esta labor está a cargo de las mujeres, que utilizan diversos ingredientes para el lavado, como la arcilla grasa, también conocida como tierra de lavar, vierten estos contenidos y luego el tejido es apisonado con los pies durante varias horas. Tras todos estos pasos, el tejido está listo para el comercio.

Desde el siglo XIII se expandió por todo Occidente el batán , estaba instalado en los bordes de los cursos de agua, allí unas ruedas accionaban unos martillos que bataneaban el paño, el uso de este tipo de molino chocó, como la plancha de cardar, con los reglamentos corporativos de Flandes, que exigían que los paños fuesen trabajados sólo a mano. Finalmente terminó por imponerse en los suburbios de las ciudades paneras de Italia, en las campañas inglesas y los caseríos de Francia.

A pesar de haberse impuesto, tanto la tecnología como –en consecuencia- el trabajo de batanero, este se encontraba regulado, al igual que las demás ocupaciones profesionales, como lo ilustra esta fuente:
El batanero tome por la tela texida e tinta e tondida dos mencales; e la tella aya en luengo veynte cannas e en ancho dos cannas, e la borra de la tonsura sea del sennor dela tella; el batanero que al dia puesto non diere la tela aparada e pisada peche diez mr., e otros tantos quien quiere que en clauos o en carrillo tendiere la tella; (…)
La seda
Esta especialización del trabajo también se encuentra en las ciudades italianas con el trabajo de la seda en el siglo XV, la preparación y la limpieza parecen más fáciles, más rápidas y mecánicas. Los capullos de gusano eran ablandados en agua caliente, y una obrera envolvía cuatro o cinco a la vez para obtener un solo hilo sólido, la sirga, este hilo es retorcido gracias al molino, una máquina muy compleja movida por la fuerza hidráulica, que permitió economizar el trabajo de muchos obreros, desde el siglo XV hay maquinas para retorcer la seda en Lucca y en Florencia (Italia).

Los tejidos de seda son un poco más complejos que los de la lana, porque se trata de un tipo de género mucho más delicado, y también porque gracias a una enorme cantidad de diseños, los tejedores italianos se las ingeniaban para imitar las suntuosas prendas orientales de seda: camocán, brocato de oro, dosel y brocatos más pesados y difíciles de tejer que las telas simples.